jueves, 24 de octubre de 2013

¡A la calle!



Lo que hay que oír y escuchar.

Agradecería la Sra., que en la sala permanezcamos callados.

Pues no quiero, fíjate.

¿Te parece?.



Me callaré, cuando crea que debo hacerlo, y no porque intenten callarme los que les molesta que hable. O sea para entendernos y fuera de la institución, cuando me de la gana, como la otra. Quesque yo no tengo testículos.

Porque algunos consentidos tienen derecho a no callarse y llamar GUARROS en la cara a los asistentes.

Y claro, ni yo, ni algún otro, nos podemos callar.

Y entonces echamos mano del poder que aún conservamos, y nos ponemos en la posición de los que se suponen más altos que tu, aunque físicamente te saquen tres cabezas y siete cuerpos.y que se creen superiores y justos y que lo hacen muy bien.

Pero si te echan es por obligación, no por resquemor.

Ya lo ven. Impropio, como las competencias.

Los corporativos están en su derecho de consentir que se falte al respeto a todos, y a llamar GUARROS, o lo que consideren a los vecinos, y los demás a callar, o te invitan cortésmente si te expresas, a salir del salón y que cierres la puerta por fuera.

Porque yo lo valgo.


Por favoooooor, que susceptibidad.

¿ A la calle?

Que agresividad.

¿Dónde han quedado las formas y maneras de echar a la gente? ¿Aquél disimulo que parezca que los malos son los demás?

Se te está pegando lo de la de alao.

Pero si yo sólo me quejo pa dentro.

¿Y cuantas veces más quieres echarme? Todas las que te moleste ¿verdad?

Vaya, vaya.

Por cierto chicos, ( mis chicos, no LOS OTROS), procuraré ser buena, pero si algún día se me escapa un estornudo y molesta, y os dan la orden de echarme, pues yo encantada de que me escoltéis hasta la puerta.




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